Indira, una nueva amiga

No podemos ayudar a todos los perros, pero tal vez podemos ayudar a uno. Y es que si cada uno hace una pequeña cosa, lo haremos en grande todos juntos.

Un gran viaje no significa que tenga que ser largo, significa que sea inolvidable por alguna razón, y nuestra amiga Indira hizo que el nuestro sea de ese tipo.

Llegamos a buena hora a Santo Domingo, la ciudad que visitamos por asuntos médicos. En la casa-consultorio del doctor, allí afuera justamente estaba una perrita muy alegre moviendo su cola. De inmediato pensamos que pertenecía a dicho domicilio, sin embargo nos señalaron que no era así. Según nos contaron, todas las mañanas llegaba al lugar y permanecía durante todo el día. ¿Pertenecía a alguien? ¿estaba perdida? ¿tenía dueño? Había muchas preguntas por responder.

Le pusimos por nombre Indira. Mientras se habría y cerraba la puerta hacía todo por entrar y así lo hizo; cuando ya nos dimos cuenta estaba en la sala de espera.

Tras la consulta médica mi mamá dijo que se la traería con nosotros. Un viaje de unas tres horas, sin contar buscar un lugar para comer y que no haga alguna travesura en el vehículo.

Pensamos en muchos detalles, sin embargo no podíamos embarcarla y listo, teníamos que pensar en que si no pertenecía a alguien del lugar. Mi hermana fue puerta por puerta en el sector para preguntar y todas las respuestas fueron negativas; al parecer no era de por allí.

Abrimos la puerta subió al vehículo y se embarcó y nos embarcó en una nueva aventura. Tomó mucha agua y nos fuimos con ella a buscar comida.

Se comportó muy bien. Le dimos de comer y emprendimos el viaje de regreso. Nos hubiera encantado visitar otros lugares, pero ahora teníamos una responsabilidad a bordo.

Junto con nosotros en el vehículo disfrutó del paisaje del camino, la carretera que la conduciría a un nuevo hogar. 

Si era callejera o no, la verdad no lo sabemos, pero estamos seguros que en algo mejoramos su vida, pues en el lugar donde llegaba no le podían adoptar y aunque muchos les habría parecido bonita, les faltaba una acción más. Siempre es bueno recordar que quizá no podemos cambiar el mundo, pero si salvamos la vida de un perrito y le damos protección y sobre todo amor, estaremos cambiando su mundo para siempre.